INICIO EXCLUSIVO ¿Vamos hacia una sociedad hikikomori?

¿Vamos hacia una sociedad hikikomori?

Algunas consecuencias del encierro a raíz de la pandemia hicieron pensar al psicólogo Mauricio Strugo si no avanzamos a una sociedad de esas características. Alertó que muchas personas están atemorizadas ante el retorno de la presencialidad, ya que se habituaron al aislamiento. Advirtió especialmente la situación de los adolescentes.

«Hikikomori es un término que creó en 1981 un psiquiatra japonés para hablar de algo que pasaba en adolescentes, entre 15 y 22 años más o menos» explicó en #EntreAmigos. «En la sociedad japonesa los padres salían a trabajar porque era un momento de crecimiento económico, y las madres les exigían mucho para que pudieran ir a la universidad».

Agregó que «eran chicos que se sentían diferentes de los demás, les hacían bullyng y entonces decidían encerrarse y no salir nunca más de sus habitaciones. Tenían una vida con su computadora, su consola de juegos, su televisor. Dormían las horas que querían, después se despertaban y estaban 2 días sin dormir, comían a cualquier hora. Decidieron limitar su mundo social a lo virtual».

Sin embargo el fenómeno no se circunscribió a Japón. «Esta patología se empezó a extender en el mundo», refirió Strugo. Especialmente «con la pandemia nos obligamos a encerrarnos, y esto hizo que nos quedemos con las computadoras para socializar de manera virtual».

El experto advirtió que «con la vuelta a la presencialidad mucha gente quedó renuente a tener contacto, muchos adolescentes no quieren salir, no quieren ir al colegio. Y a muchos adultos también les está pasando, adaptaron su vida para trabajar en sus casas, a no tener que tomar el micro».

«Entonces la pregunta es si con todo lo que está pasando no nos convertiremos en una sociedad hikikomori».

¿Qué hacer entonces?

El psicólogo indicó que ante esta situación «tenemos que comunicarnos con nuestros hijos, esta generación tiene poco recursos vinculares presenciales. Por ejemplo, los adolescentes de hoy no hablan por teléfono, chatean. Y si uno los manda al almacén les da vergüenza hablar, porque no tienen tantos recursos. No demonizo la tecnología porque es fantástica, el problema es cuando nos quita recursos y nos impide hablar. Por eso hay que aprender a compartir», finalizó.

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