Claro que si, hay que tener pelotas… Pelotas, vestimentas, herramientas, de todo lo que se pueda producir en Argentina: Mano de obra argentina, valor agregado, sensibilidad nacional y popular. 

Así de simple. Por eso, un anuncio que parece pequeño como que YPF dejó de comprarle balones a China y Pakistan es una enorme señal. Romper con el pensamiento macrista y neoliberal en general constituye un horizonte distinto y necesario.

El entusiasmo de voraces empresarios por importar chatarra barata para vendérsela a compradores de bolsillos flacos ha venido siendo un clásico de la mano de gobiernos de bajos instintos y dinero de sus funcionarios depositado en el exterior. Los ciclos del país del “deme dos”, de compras alocadas en Miami, de tenedores hechos en Taiwán erosionaron fibras íntimas.

La Argentina ha sido y sigue siendo tierra fértil para repetir errores y hasta creer que el nuevo error sanará al error anterior. Entre los poderosos de la sociedad, los navegantes de la clase media que creen ir en yates cuando en realidad apenas tienen un bote y quienes la tienen que pelear duro a diario, hay un campo de distancia ¿Y quiénes pierden una y otra vez cuando la ola viene por la derecha? Respuesta obvia.

Durante el macrismo todo se fue a pique en el mundo de la economía. La industria nacional recibió sopapo tras sopapo. Y la llegada del gobierno encabezado por Alberto Fernández significó un claro cambio de hoja de ruta.

Se reactiva Bell Ville, provincia de Córdoba, “capital nacional de la pelota de fútbol”, pero a la vez se desnudan situaciones increíbles como que habían 12,4 millones de dosis de vacunas que estaban retenidas en la Aduana del aeropuerto internacional de Ezeiza por falta de pago de 11 millones de dólares en concepto de impuestos a la importación. Debió actuar el ministro Ginés González García para romper la desidia macrista.

Natural que están quienes se quejan por tener que pagar un recargo del 30 por ciento al viajar al exterior y afrontar gastos con tarjetas y en esto poco menos que les va la vida.

Natural que patrones de estancia a bordo de tractores de alta gama y bombachas importadas patalean en las rutas porque se les hace cosquillas con retenciones.

Natural que haya una tradicional franja de socios del club “sólo miro mi ombligo” que tienen cero sensibilidad y que no incluyen en sus diccionarios la palabra solidaridad.

Hay que tener pelotas. Así lo entiende el gobierno y avanza en variados territorios hacia el objetivo de priorizar a quienes más sufren, necesitan y en muchos casos apenas pueden darse el “lujo” de sobrevivir.