Hoy, el evangelio de Marcos nos presenta a Jesús liberando a un leproso. Para comprender la magnitud de este gesto sanador y liberador, tenemos que considerar el momento social, cultural y religioso de ese tiempo.
La palabra del sacerdote Julio Cura en especial para Agenhoy.
El leproso representaba el colectivo más humillado de la condición humana: despojados del inalienable derecho a la existencia. Ignorados radicalmente, vivían confinados al margen de los poblados y había que evitarlos para no contaminarse. Su único horizonte era la muerte.
Quizás hoy representen a los marginados por la sociedad opulenta porque no entran en el sistema de suma y resta. Los que viven en situación de calle; los migrantes, los niños y mujeres abusados y pisoteados en su dignidad. A estos ignorados, Jesús los abraza, los libera y les devuelve su dignidad, desafiando las leyes injustas y arbitrarias que los oprimían. El evangelio dice que Jesús se compadeció, es decir: padeció con ellos. No miró desde afuera, ni habló del dolor desde un palco sino que lo asumió en sí mismo, convirtiéndolo en su propio destino.
Jesús bueno, ayúdanos a descubrirte en nuestros hermanos heridos y agobiados, sobre todo en los más pobres y menos útiles a los ojos de mundo. Sostiene y fortalece a todos los operadores de la salud y del bien en favor de los oprimidos a causa de la pandemia. Y, por intercesión de María, nuestra Señora de los Dolores, consuela a los que en este tiempo han sufrido pérdidas de familiares, vínculos y afectos. Bendícenos a todos y fortalece nuestra esperanza. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.