Por Eduardo Anguita.
El analista de opinión pública Ricardo Rouvier midió la imagen de Mauricio Macri de noviembre pero tuvo la cautela de extender las encuestas hasta el 3 de diciembre. En los últimos tres días, el Presidente mejoró su performance en medio de los saludos con líderes mundiales y algunos protocolos de inversión o intercambio comercial. La reunión del G20 en Buenos Aires fue exitosa para el gobierno. Las actividades se desarrollaron sin interferencias ni manifestaciones que provocaran disturbios.
Eso no tuvo nada que ver con la doctrina Chocobar publicada en esta semana en el boletín oficial sino con la negociación política que encaró Gerardo Milman, del ministerio de Seguridad, con Adolfo Pérez Esquivel, el premio Nobel de la Paz que actuó como interlocutor de las organizaciones sociales y políticas que demostraron su rechazo al capitalismo financiero, el sistema que le dio relevancia al G20 en 2008, y que generó protestas en sucesivas reuniones de mandatarios. Sin ir más lejos, en Hamburgo en julio de 2017, con quemas de autos y choques con las fuerzas policiales alemanas.
Sin perjuicio de los tres días –incluyendo el domingo 2/12 por la reunión de Macri con Xi Xin Pin, el mandatario chino- de tranquilidad, la Argentina afronta una crisis que tiene su punto más dramático en el reciente informe de Unicef que revela que el 48% de las personas menores de 18 años viven en situación de pobreza, si se toma la pobreza no solo por ingresos sino por el derecho al acceso al agua potable, el hábitat y la educación. Si la CGT resolvió suspender las protestas en esos días y mantener silencio sobre la gravísima situación de los trabajadores: en los tres años de gestión de Cambiemos se perdieron 100 mil puestos de trabajo fabriles, a lo que se suma la caída del empleo formal e informal. Este 2018 cierra con pérdidas de empleo por no menos de 200 mil. Drástica caída del consumo, paralización de la obra pública y crédito carísimo son el ajuste que repercute en el consumo y la vida de los ciudadanos.
El ajuste no va a terminar porque los niveles de endeudamiento a corto plazo de esta gestión llevan a que en 2021, gobierne quien gobierne, habrá que devolver capital y no solo pagar intereses por el endeudamiento externo. El llamado Riesgo País (que al momento de escribir estas líneas llegó a 725 puntos) es un parámetro para que la banca e inversores financieros establezcan a cuánto le prestan a la Argentina. Las tasas del FMI son desde ya más baja que el mercado voluntario de deuda, pero vienen atados al programa económico en marcha.
Las perspectivas para 2019.
La inflación en el año electoral no se proyecta en menos del 27% y la caída del PBI será no menor al 1,2%. Al mismo tiempo, si bien el déficit fiscal será más bajo, lo que crecerá el año próximo en las cuentas públicas será el pago de intereses de la deuda, algo que no genera producción, ni empleo ni consumo.
Las encuestas muestran una polarización de los dos eventuales candidatos con más posibilidades, Mauricio Macri y Cristina Kirchner. Ambos tienen una imagen negativa alta (cercana al 60% según la mayoría de los consultores) y una positiva que ronda el 40%. Macri, al menos por ahora, mantiene el liderazgo en la alianza de gobierno, aunque Elisa Carrió ya mostró más de una vez que es capaz de dar un portazo. En cuanto a Cristina, logró acercar a figuras que se habían alejado de ella como Felipe Solá, Alberto Fernández, sindicalistas como Ricardo Pignanelli o Pablo Moyano y su hermano Facundo, más volcado a lo político que a lo gremial. Cristina se quedó en Calafate durante el G20 y Axel Kicilloff, una espada importante de su equipo, dio muchas entrevistas para mostrarse cauto: la definición más importante es que un eventual gobierno de Cristina no rompería con el FMI. Eso es apenas un gesto político. El escenario es más complicado que las intenciones o las declaraciones de pre-campaña. Eso sí, muestra el interés de la ex presidenta de pensar en una fracción de la sociedad que siente distancia o franco rechazo por ella y la experiencia de los gobiernos kirchneristas. El fervor de los que hacen un sistema de trincheras en la política puede ser el espejismo de cocinarse en su propia salsa en una sociedad golpeada y muy descreída de los políticos.
Si existe o no la posibilidad de que algunos gobernadores (Juan Manuel Urtubey, Juan Schiaretti, Domingo Peppo, Juan Manzur y vario otros más) logren crear un peronismo federal y de allí surja alguna figura (por ahora Sergio Massa pero también podría estar en gateras Roberto Lavagna, quien tiene el apoyo de los líderes de la CGT). Falta mucho para marzo, cuando inevitablemente el oficialismo arranque con la campaña (no solo con estas medidas lamentables como autorizar a las fuerzas federales a usar armas a discreción).
Marzo será la medida para que los dos espacios originados en el peronismo, que parecen irreconciliables, le muestren a la sociedad que tienen vocación de poder y, sobre todo, disposición a ser delegados del poder que surge del voto popular.
El 10 de diciembre se cumplirán 35 años de continuidad en las reglas constitucionales en la Argentina. Que cada cual haga el balance de cuánto avanzó el país y la sociedad en estas tres décadas y media.