Notables pases mágicos periodísticos para procurar hacer desaparecer al horror macrista y hacer aparecer, cuan conejo de una galera,  al gobierno de Alberto Fernández como un duro ajustador y casi al borde del fracaso a menos de un mes de haber asumido. No hay cura para el odio en sangre. Era sabido. Mientras Mauricio Macri circula por Qatar y alrededores, María Eugenia Vidal disfruta en París y Horacio Rodríguez Larreta juega a las escondidas, parecería como que el periodismo de guerra eligió liderar la oposición hasta que alguien se haga cargo.

El criterio amplio del presidente se evidencia en múltiples acciones, entre las cuales consta la aceptación de entrevistas con exponentes del peor periodismo (?) desde el regreso a la democracia en Argentina. Es lógico, su seguridad y mirada elevada aspiran tener como destinatarios de sus mensajes a públicos diversos.

Este no es un problema, por más que no falten observadores de paladar negro que se crispen por ver a Alberto Fernández en charla con personajes despreciables. El tema son los portaviones que trasladaron, protegieron y encubrieron movimientos de Mauricio Macri que, datos a la vista, dejaron al país en emergencia de todo tipo.

Estos portaviones, con sus capitanes, marineros y grumetes propios o periféricos, demuestran tener creatividad y habilidad de instalación de presuntas certezas. Y van, van y van. De los creadores de la #CorrupciónK en el nuevo escenario están en creación permanente, en búsqueda de portadas rimbombantes y de supuestas verdades que se sienten obligados a mostrar porque no se verían de otra forma.

En este tiempo de Marcos Peña en la clandestinidad, los trolls que quedan vivos actúan pero no tienen el poder de fuego que ostentaron durante la gestión Macri. No son tan necesarios. La bandera está siendo empuñada por los grupos mediáticos concentrados, que procuran deslucir o tal vez conseguir un contrato y/o beneficio, como lo hicieron en el transcurso de la historia.

La batalla de la comunicación cuenta. Todos los actores de la política saben que esto es así. Y como en el ajedrez, quien tiene la capacidad de ver más jugadas anticipadas tendrá mejores chances de imponerse. No se trata sólo de poder de fuego, se trata de estrategia apropiada.

El gobierno tiene en sí mismo un potencial de enorme poder de fuego y la obligación de afinar la puntería para que a la ciudadanía le llegue la información en tiempo y forma. Es la manera básica de hacerle frente a quienes taladran y seguirán haciéndolo por la simple razón de que defiende intereses ajenos a la población en su conjunto.

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