Por esa razon, se recomienda a las familias consultar con un pediatra ante la aparición de algunos síntomas como reflujo, cólicos, erupciones cutáneas, diarrea o sangrado en materia fecal.
La APLV (alergia a la proteína de la leche de vaca) consiste en una reacción alérgica desproporcionada frente al consumo de la leche de vaca o cualquiera de sus derivados y sus síntomas pueden aparecer, aunque infrecuentemente, en algunos niños amamantados.
Si bien existen diversos tipos de APLV y se pueden presentar con distintos niveles de severidad, suele ser una condición que generalmente se resuelve por sí sola antes de los 3 años de vida del niño.
Sin embargo durante la primera infancia, es necesario abordar la patología para que la salud y la calidad de vida del paciente mejoren, ya que -de lo contrario- se corre el riesgo de que exista una mala progresión de peso en el crecimiento, además de una afectación general en la calidad de vida del niño y de todo su entorno familiar.
El doctor Claudio Parisi, especialista en Alergia e Inmunología señaló que de las alergias alimentarias, la más frecuente es la alergia a la proteína de la leche de vaca y que todas «generan una gran ansiedad en todo el entorno familiar».
«En los padres porque sienten temor ante la aparición de algunos síntomas que pueden ser severos, como la anafilaxia, que es el más grave e incluso conlleva riesgo de vida para el infante y en los niños porque ven limitada la interacción con sus pares, sobre todos cuando ingresan en la vida escolar», explicó.
Por su lado, Gabriel Vinderola, doctor en Química y profesor de Microbiología de la Universidad Nacional del Litoral indicó: «Los hijos de papás con alergias tienen mayor probabilidad de desarrollar alergias, entre ellas la APLV. Esto es porque los hijos heredan algunos genes de la mamá y otros del papá».
«Ellos heredan además genes que están presentes en las bacterias que les transfieren sus padres, las bacterias que los colonizan, principalmente aquellas que colonizan el intestino, que en su conjunto denominamos la microbiota intestinal, lo que conocíamos hasta ahora como flora intestinal», añadió.
El doctor Parisi explicó además: «En aquellos nacimientos por vía vaginal, el niño se nutre de las ‘bacterias buenas’ de la madre y que van a formar su propia microbiota; en contrapartida, nacer por cesárea (donde las primeras bacterias que colonizan al niño son las de la sala de parto), no recibir lactancia materna en forma exclusiva hasta los 6 meses de vida y el uso indebido de antibióticos, son factores que atentan contra la formación de una microbiota saludable».
Una vez realizado el diagnóstico de APLV por el médico, como primera etapa de tratamiento podría indicarse la ‘dieta de exclusión’, que implica que la madre no consuma ningún producto lácteo o derivado del lácteo ni que presente esta proteína en su elaboración, dado que se transmite a través de la lactancia materna.
En tanto, si el niño ya está recibiendo otros alimentos, ninguno de estos debe contener componentes de la leche de vaca mientras que para aquellos casos en los que la dieta de exclusión resulta insuficiente, se cuenta con ‘fórmulas infantiles’ que suman simbióticos a sus componentes, que son la sumatoria de prebióticos y probióticos, elementos que cuentan con evidencia científica que acredita sus beneficios en el desarrollo de una microbiota saludable en los niños con APLV.