“Arriba de la tabla soy feliz”, nos dijo. Y agregó, que se sentía libre. El mar le permitió valorar su vida y crecer internamente.

Quizás, esos miedos internos por “el qué dirán” o ser excluido por su ceguera desapareció. “El agua nos iguala”, no videntes, cuadripléjicos, amputados, viejos, jóvenes, “todos podemos estar” sin diferencias.

Pablo Martínez, es integrante del equipo nacional de surf adaptado, ciego desde los 5 años y con las ganas de seguir creciendo en lo que ama.

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