La suba de tarifas y de los alquileres, junto con la caída del consumo, tiene su fuerte impacto en el rubro kiosquero: en los últimos tres años cerraron 28 mil locales en las principales ciudades del país y de continuar los aumentos energéticos podrían bajar sus persianas otros 10 mil en los próximos meses. El golpe también lo sienten los distribuidores de golosinas, que además acusan fuerte baja en la rentabilidad producto de comisiones bancarias a los depósitos en efectivo.


Pese a los malabares diarios para reinventarse con el objetivo de atraer a los clientes, la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores que tuvo lugar en los últimos años se tradujo en una fuerte caída del consumo que impactó de lleno en el mercado interno. El rubro kiosquero no salió indemne. Por el contrario, el aumento en los gastos de apertura de un negocio - alquiler, tarifas e impuestos - hizo mella en la rentabilidad y empujó al cierre a miles de comercios.

Adrián Palacios, titular de la Unión Kiosqueros de la República Argentina, señaló: “La situación es muy crítica. En 2015 teníamos 120 mil kioskos registrados como monotributistas y Responsables Inscriptos. En los últimos años hubo una caída constante en el consumo interno, que sumado a los fuertes tarifazos de luz y gas y al aumento de los alquileres, derivó en que 28 mil kiosqueros tuvieran que cerrar sus persianas”.

La crisis ocurre en todo el país, contó Palacios. La mayor parte de los comercios que debieron cerrar estaban ubicados en las principales avenidas de todas las provincias. Esto hizo que surgieran nuevos “kioskos ventana” en casas particulares en los barrios, con productos de segundas y terceras marcas.

Para ejemplificar la situación, Palacios se refirió a un caso concreto ocurrido en la Ciudad. “En una factura de luz, un kiosquero pagó $ 8 mil. Al mes siguiente, por el mismo consumo tuvo que pagar $ 23 mil. Si a eso le agregamos los $ 20 mil de alquiler y los gastos fijos, son $ 50 mil de base para abrir todos los días”, dijo.