El último informe de la Secretaría de Trabajo de la Nación sobre el empleo registrado encendió las alarmas, ya que muestra una abrupta reducción en 268 mil puestos de trabajo respecto a igual mes del año anterior.

Uno de los factores más importantes es la destrucción de empleos asalariados en empresas (-161 mil). También inciden los monotributistas (-41 mil) y los monotributistas sociales (-65 mil), muchos de estos últimos dados de baja administrativamente por ser ex beneficiarios de planes sociales. Asimismo, parte de esta destrucción fue compensada por aumentos en el empleo informal.

Desde 2012 comenzó a observarse un estancamiento económico que trajo aparejado el fin de la gran bonanza internacional. Según señala IDESA en su informe, entre los años 2012 y el 2019 los empleados registrados aumentaron en más de 1 millón. El aumento se vio compuesto por nuevos empleos en el área pública; servicios domésticos; autónomos; monotributistas y monotributistas sociales y por último empleos asalariados privados en empresas.

El informe muestra en los últimos datos que los trabajadores que aportan a la seguridad social se expandieron de forma exponencial. Pero así también lo hizo el empleo público, el servicio doméstico y él cuenta-propismo. En contracara, las ocupaciones asalariadas en empresas privadas que cumplen con las normas laborales permanecieron prácticamente estáticas.

Uno de los principales motivos por lo que hace siete años no se aumentan los empleos asalariados en blanco, es el estancamiento de la actividad económica, ya que si no hay una expansión significativa de la producción difícilmente haya crecimiento de la demanda de trabajadores por parte de las empresas. De la misma manera, es la importancia que juegan las distorsiones en la legislación laboral y de la seguridad social.

Con la implementación del mínimo no imponible a las contribuciones patronales de ANSES y PAMI, se realizó un importante cambio a favor de bajar el costo laboral de contratar en blanco. Así también, hubo  avances parciales tendientes a simplificar y bajar la judicialidad laboral. A pesar de los cambios, las regulaciones laborales siguen siendo muy burocráticas y costosas.

Ahora bien, llama la atención que en los últimos siete años los únicos empleos que se crearon con aportes a seguridad social hayan sido por fuera de la Ley de Contrato de Trabajo y de los convenios colectivos de trabajo. A pesar del adverso contexto macroeconómico y los cambios tecnológicos que inducen a las empresas a comprimir su planta de trabajadores en relación de dependencia, es claro que la obsolescencia de las regulaciones potencia el sesgo contra los empleos asalariados.

Un buen ejemplo en este contexto, es el proceso que se dio en España desde el 2012. Como reacción a una profunda crisis fiscal y productiva, se dio certeza a los costos del despido y además se dio la opción a los empleadores a salirse de los convenios colectivos de actividad negociando con sus propios trabajadores convenios por empresas. A partir de ese año, el país europeo logró generar 2 millones de empleos asalariados con aportes a la seguridad social.

A pesar de las urgencias que impone una crisis económica, no hay que dejar de priorizar cuestiones estructurales en las regulaciones laborales que se ven oxidadas hace años. En consecuencia, no modernizar las regulaciones laborales hará que, aun superando la crisis, permanezca la insuficiencia de empleos asalariados de calidad.