*Por Jorge Joury

El Gobierno se prepara en los próximos días para ponerle el pecho a la peor noticia del año: las estadísticas de la pobreza aumentaron en alrededor de unos 5 puntos durante el último trimestre. La abrupta suba obedece a la aceleración del proceso inflacionario y la caída fuerte del trabajo, tanto formal como informal. Es algo que veníamos anticipando desde esta columna. Los datos surgen de los estudios que difundirá la Universidad Católica, a través del informe del prestigioso Observatorio de la Deuda Social que dirá que la pobreza va a superar el 33%.

Se trata de un informe técnico y riguroso que anticipa -con precisión- los datos semestrales que elabora el INDEC.

Será un alerta social y político complicado para Mauricio Macri, que en su momento afirmó que había que evaluar su mandato por los indicadores de pobreza: “Si cuando finalice mi gestión no bajó la pobreza, habré fracasado", disparó.

La estadística indica que uno de cada tres argentinos está en esa dolorosa categoría. Se trata de un tercio de la población. Pero UNICEF agregó hace unos días otro dato dramático: el 48%  de los niños de todo el país son pobres y en el Gran Buenos Aires las cifras llegan al 58,55%. De esta manera, los datos objetivos se alejan del eslogan electoral que acuñó Jaime Duran Barba, cuando le hacía recitar a Macri  la frase de “Pobreza Cero”.

Tal vez por esa razón, ahora se entiende la ultima afirmación del Presidente cuando dijo que : “No quiero dar mas pronósticos”. El informe también dará cuenta que no hay pérdidas masivas de puestos trabajo. Pero sí precarización  y aumento de la desigualdad social. El problema está más concentrado en el en el Gran Buenos Aires ampliado, territorio que comprende a 40 municipios, donde se estableció que existen 1.271 barrios informales, en los que la indigencia castiga como un látigo. Lo que pocos conocen es que en ese escenario, La Plata ocupa el triste récord de tener 128 villas y asentamientos, seguida de La Matanza con 115. Son lugares donde se vive en condiciones infrahumanas

LA POSTAL DE UN PAÍS SIN FUTURO

En el país de la "pobreza cero" que soñó Mauricio Macri, el escenario cada vez es más doloroso. Un piso de tierra, una estructura de madera, chapas corroídas por el óxido, hacinamiento y comer salteado, por lo menos le toca al 48% de los niños argentinos, según UNICEF. Y en lo que tiene que ver con el Gran Buenos Aires, los datos meten más miedo, ya que  involucra al 58,55% de los hogares en estado de vulnerabilidad. ¿Puede un país proyectarse hacia el futuro con esta postal dolorosa?. La respuesta es un no rotundo. Se trata de asumir la pavorosa perspectiva de varias generaciones condenadas al fracaso y a vivir con las carencias más elementales, como agua potable, cloacas y vivienda, además de estar privados de una educación digna. Los datos que proyectaron al mundo los técnicos de UNICEF, no hacen otra cosa que reflejar en la lectura fina, la ineptitud de décadas de políticas estériles para resolver la cuestión y encima, con el beneficio de estar en el país de los alimentos. También el destino señalará a muchos de esos dirigentes de haber manipulado la pobreza como una fuente inagotable de votos a cambio de alimentos o electrodomésticos en vísperas de elecciones. Las diferentes facetas de la pobreza que van a asomando por capítulos en el conurbano profundo, duelen cada vez más,  sobre todo cuando los más pequeños son las víctimas directas de políticas económicas despiadadas.

PRESUNCIONES QUE METEN MIEDO

La medición de pobreza no monetaria que lanzó Unicef junto a otras instituciones es más que certera. Está basada en los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec correspondiente al primer semestre de este año. Es decir que los datos no captan el estallido cambiario e inflacionario que se produjo a partir del segundo trimestre. Sin embargo, entre los especialistas no hay dudas que lo peor está por venir. Todos estiman un fuerte crecimiento de la pobreza y de la indigencia, a raíz de las subas interanuales de las canastas de pobreza e indigencia superiores al 50% e ingresos que en el mejor de los casos llegarían a un incremento del 30% en el mismo período.

“Estamos con preocupación por el impacto real de la situación económica en el presente de las familias. Nos inquieta el impacto alimentario, en la salud, el acceso de los servicios y el aumento de la violencia. Estamos captando los datos y los publicaremos pronto”, indicó Sebastián Waisgrais, especialista en Inclusión Social de Unicef Argentina. “Se espera un cambio de tendencia en la medición de la pobreza monetaria”, también agregó Luis Beccaria, investigador y docente de la Universidad General Sarmiento.

 EL AVANCE DE LA MALNUTRICION

Otra prueba de la dramática situación, es la emergencia alimentaria. Un censo realizado por el Movimiento Barrios de Pie, que dejó al descubierto que el 46,7% de los chicos y adolescentes del área metropolitana sufren malnutrición con un predominio del exceso de peso. Y esto incluye un índice de obesidad del 20,5 y de sobrepeso del 22%. El problema es más marcado en los chicos de entre 6 y 10 años. Esa situación fue registrada en el segundo semestre de 2018 sobre la situación alimentaria de quienes concurren a los merenderos y comedores populares.

En el alto nivel de obesidad queda patentizada la malnutrición en los sectores populares, donde la dificultad para comprar alimentos ricos en nutrientes como carne, vegetales y lácteos lleva a una dieta basada mayormente en los hidratos de carbono. El arroz, las harinas, los alimentos con alto contenido graso –todos portadores de altos valores calóricos, pero con bajo contenido nutricional– son los ingredientes de mayor consumo entre las familias de menores ingresos. También hay que decir que el Estado provee a los comedores y merenderos populares de alimentos pobres en proteínas, en envíos donde las frutas y vegetales frescos brillan por su ausencia.

El censo incluyó 17.569 niños de 27 partidos del conurbano y la Ciudad de Buenos Aires, de los que fueron tomados su peso y talla. Para darle mayor certeza con información complementaria, se realizó además una encuesta a 873 familias que concurren a los merenderos y comedores. Finalmente, se tuvieron en cuenta además las cifras del Indicador Barrial de Precios (IBP), un relevamiento de los precios en los almacenes y mercados en los barrios populares, que mide cómo afecta la inflación en los sectores más humildes.

ALARMANTES SIGNOS DE SOBREPESO

El informe detectó que entre los chicos de 6 a 10 años el sobrepeso alcanza 22,6 puntos y la obesidad a 25,3 de cada cien. Otra frente muy afectado es el de los lactantes (menores de 2 años), donde se encontró una malnutrición del 27,7 % –con obesidad del 12,2 y sobrepeso del 12,5 %.

También hay que dar cuenta que 66,6% de los niños de los hogares encuestados se alimenta en comedores escolares o de organizaciones sociales por lo menos una vez al día y 77 de cada cien familias tuvieron que reducir el consumo de carne, 66 de cada cien el de frutas y verduras, 65 de cada cien los lácteos.

En el 30,6 por ciento de los hogares los niños y niñas menores de 10 años no tienen acceso a la cantidad mínima recomendada de lácteos, y en el 7,3% ni siquiera los consumen.

Otra cuestión fundamental es que el 12% de los hogares consumen tres o menos veces a la semana algún tipo de carne, mayoritariamente de cortes con alto contenido graso y bajas proteínas, como alitas, carcaza, menudos, osobuco o picada. En contraste, el 41,7 por ciento de los hogares consume diariamente preparaciones a base de harinas como fideos o polenta.

Los números son tan fríos y dolorosos, como irrebatibles. Es hora de meter manos a la obra. El problema no sólo compromete a Cambiemos, sino a todo el arco político, empresario y sindical que carece de propuestas concretas. La Argentina no tiene una política de Estado, un plan de crecimiento e inversión a largo plazo, que permita integrar a esa porción de la sociedad hacia un destino mejor.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Su correo electrónico es jorgejoury@gmail.com.