Por Jorge Joury| María Eugenia Vidal levantó el telón del 2016 con el desafío de ponerle punto final a las mafias enquistadas tanto en la policía bonaerense, como en el Servicio Penitenciario. Lo habíamos advertido desde esta columna, antes de asumir el cargo. Hoy la gobernadora sabe que deberá caminar cuidadosamente sobre las arenas movedizas, Sobre un pantano que se ha devorado a importantes personajes políticos que en su momento se animaron a convivir con los oscuros habitantes del barro. Elisa Carrió, que suele percibir las pestilencias a la distancia, ya disparó que el monstruo de siete cabezas de la corrupción está queriendo condicionar el rumbo de la gobernadora. Es evidente, que el delito en todas sus formas y la droga, gozan de buena salud en la provincia de Buenos Aires. Se encuentran agazapados, estudiando cada uno de los movimientos para actuar en consecuencia, mutando dentro del territorio hacia las zonas donde existe protección policial para moverse con soltura. Vidal debe tener en cuenta que por estas horas, en el Ministerio de Seguridad las paredes escuchan y que cualquier filtración informativa podría hacer fracasar los operativos para hallar a los tres evadidos más buscados de la Argentina. Todo está bajo sospecha, al igual que  algunos sectores de la justicia seriamente involucrados en la siniestra telaraña.

UNA LIMPIEZA MUY ANUNCIADA

Tal vez por su falta de experiencia, Vidal se apurò en anunciar la limpieza. Inexplicablemento puso sobre aviso al enemigo, que no titubeó en pasar factura. Como respuesta, le avisaron que toda acción que  apunte a recortar sus negocios tendrá sus costos. La fuga de los hermanos Martín y Cristian Lanatta y de Víctor Schillaci, condenados a reclusión perpetua,  es una prueba contundente del primer fogonazo de los patrones del mal. No obstante lo bizarro y cinematográfico, el escape parece haberse consumado mediante un arreglo económico. Para algunos, pasa por el financiamiento de los narcos o del plano de la política más oscura. Pero al mismo tiempo surgen evidencias de que los prófugos son protagonistas de un raid de poca monta, aunque con protección policial. Todo tendiente a ridiculizar al poder de turno. Los evadidos le piden dinero a amigos y familiares. Se llevaron una camioneta de una ex suegra. Pero se mueven en  zona liberada, en lugar de haber cruzado la frontera hacia destinos más seguros.

Muchos de los enigmas de esta historia se esconden detrás de las paredes de la cárcel de General Alvear y en el corazón del propio Servicio Penitenciario, escenarios altamente contaminados por las anormalidades administrativas. Una prueba de ello es que de una dotación de 300 penitenciarios, concurren a trabajar unos 40 o 50, en la mayoría de los penales. El 80 por ciento presenta carpetas médicas o psiquiátricas. Existe un gigantesco negocio con esas carpetas. Hay médicos que las autorizan y cobran un porcentaje del sueldo de los beneficiados que, por esa vía, no van a trabajar. Si solo trabajan unos 50 o 70, por ejemplo, está claro cuántos hay prestando servicio por turno. Es lo que explica por qué había tan pocos guardias la noche del gran escape.

UN SISTEMA CARCELARIO QUE AGONIZA

Otra de las  deficiencias tiene que ver con que la mayoría de los efectivos posee dos trabajos. Según fuentes confiables, los que van al turno noche, duermen para reponerse en vez de vigilar. El titular del Sindicato Unico de Trabajadores Penitenciarios, Sutpra, Juan Manuel Montenegro, reveló que hay penales donde 850 internos están a cargo de diez penitenciarios. Existen otros ejemplos escandalosos. Se señala que en uno de los establecimientos había 12 médicos en 2009 y hoy hay cinco. De los cinco no va a trabajar ninguno. La enfermería la atiende un preso. Y como no quiere tener problemas, cualquiera que llega es derivado a un hospital.Las cárceles están en terapia intensiva. No funciona nada y la situación en la de General Alvear era igual de grave. En la sala donde se miraban los monitores no había nadie, Si bien es cierto que hay buenas cámaras hacia el exterior, no funcionan, al igual que la apertura y cierre de celdas eléctrico. Otros sistemas de alarma están desconectados, la dotación nocturna era mínima y el penitenciario de la salida principal no portaba arma. A esto hay que agregar el robo de la comida de los presos, que llevó a la destitución de los últimos dos jefes de depósito.

Todas estas cuestiones justifican por qué se produjo la fuga del siglo. Lo que trasciende hoy detrás de las rejas da cuenta que el verdadero control lo ejercen presos que están en complicidad con los jefes penitenciarios.Se hace a cambio de distintos favores, entre ellos sexuales de sus propios familiares. En el idioma del penitenciario se sostiene que si un preso sale por la puerta del penal, hubo complicidad. Aún tomando en cuenta la situación precaria del sistema de General Alvear, se podría inferir que hubo dinero a cambio de las garantías para fugar.

ALOJADOS EN UN LUGAR VIP

La primer cuestión  a dilucidar es por qué los hermanos Lanatta y Schillaci estaban a sus anchas en Sanidad, es decir en la enfermería, un sector privilegiado, mientras los demás presos son ubicados en las celdas. La jueza de ejecución penal de Mercedes, Marcela Ortemin, autorizó que los Lanatta y Schillaci  obtuvieran ese beneficio por pedido de las autoridades de General Alvear. Los penitenciarios argumentaron que tras la entrevista de Martín Lanatta con el periodista de Canal 13, Jorge Lanata,  donde denunció a Aníbal Fernàndez por el  tráfico de efedrina, el preso argumentó que estaba en peligro. Por esa razón, la magistrada permitió el traslado, sin que se explique por qué Cristian Lanatta y a Schillaci obtuvieron la misma ventaja. No obstante, la magistrada solicitó un monitoreo 24 horas de esos presos, algo que no se hizo. Luego la fuga resultó sencilla Con las complicidades, se abrieron y cerraron puertas .Se atravesaron guardias, donde se supone que hay penitenciarios apostados en el muro y alguien mira el estacionamiento. La hipótesis de que compraron la huida es la más fuerte. Lo cierto es que tenían una camioneta esperándolos. El vehículo negro entró a las 2.30 a General Alvear y salió de la ciudad a las 2.35, según registraron las cámaras del municipio. La impresión es que la operación se planificó y se pagó hasta el ingreso del penal. El resto queda en la nebulosa, ya que los hermanos Lanatta y Schillaci no parecen protagonizar una fuga muy sofisticada, ni que un poderoso los esté apoyando con grandes fondos, sino ya estarían fuera del país.

COMO PECES EN EL AGUA

Lo concreto es que tuvieron que buscar un vehículo y dinero en casa de un amigo, Marcelo Melnyk, en Florencio Varela y después recurrieron dos veces a la ex suegra de Cristian Lanatta en Berazategui. Se movieron siempre en las zonas que solían frecuentar y con el peligro de ser reconocidos. Queda claro que no se trata de una maniobra sofisticada y producto de una planificación. Pero se desplazaron como peces en el agua. La sospecha es que hubo zona liberada en Quilmes y Ranchos, lo cual les permitió estar un paso adelante de los investigadores. Por eso Ritondo hizo rodar cabezas de altos jefes. Hoy la pregunta que se hacen los observadores políticos, es si el objetivo que se buscó fue poner en ridículo el mega operativo del gobierno bonaerense. La fuga deja mucha tela para cortar y muestra la postal de un poder mafioso intacto . Dispuesto a dar batalla en todos los frentes. Habrá que ver cual será el próximo capítulo. El episodio que mantiene en vilo al país deja al descubierto la real dimensión del enorme desafío que en materia de seguridad enfrenta el nuevo gobierno, tanto a nivel nacional como provincial. Macri se encuentra al borde de un ataque de nervios por la foto de inseguridad que ha transparentado este caso. El hecho ha puesto de relieve el vuelo que ha tomado en todas sus formas el delito dentro del país. En la Agencia Federal de Investigaciones, el gobierno se ha encontrado con tierra arrasada.  A tal punto, que desaparecieron hasta los CPU de las computadoras con información valiosa. Entre ellos un servidor considerado el corazón de la agencia. Allí guardaban 30 años de información de la ex SIDE, dando cuenta de cada uno de los movimientos de políticos, empresarios, funcionarios, periodistas, narcotraficantes, delincuentes y estafadores. Lo único que dejaron son los monitores. Culpan a La Cámpora del vaciamiento, ya que había 20 militantes de esa agrupación a cargo de la recopilación de datos. Frente a este escenario. debieron pasar unos días hasta que la AFI se sumara a la búsqueda de los evadidos, demora que generó quejas entre los jefes de la bonaerense que están al frente de la cacería.

LA MANO DE PEREZ CORRADI

Quienes conducen la pesquisa creen que detrás de la fuga del siglo está la mano negra de Ibar Esteban Pérez Corradi, considerado el cerebro de la matanza de los tres empresarios en General Rodríguez. Se trata del hombre que movió los tentáculos para poner en marcha el tráfico de efedrina en el país. Es la clave para esclarecer el espinoso caso. Pese a que lo busca Interpol, nunca pudo ser hallado. Quienes lo frecuentaban no sabían dónde vivía ni a qué se dedicaba. Pero llevaba una vida de lujos. Cambiaba de celulares y autos, como de ropa. Se daba además el lujo de tener teléfonos satelitales y vehículos blindados. Siempre procuraba no hacerse ver y citaba a sus clientes y socios en bares con espacios recluidos.

Pese a ser muy joven, ya que nació el 16 de julio de 1977, Pérez Corradi logro amasar una fortuna considerable.En la causa varios testigos reconocieron que se dedicaba al negocio de la efedrina y el éxtasis. Uno de sus abogados es Carlos Broitman, que además patrocina a varios jefes narcos, entre ellos el colombiano Mi Sangre. El otro es Juan José Ribelli, un ex comisario de la bonaerense sospechado de corrupción, que finalmente cayó como la supuesta conexión local en el atentado a la AMIA, pero terminó absuelto por la justicia. Macri pidió que se extremen todos los esfuerzos para detener a Pérez Corradi. Sabe que si se concreta le puede torcer el brazo a la mafia. Pero tanto él como Vidal deberán tomar precauciones. Con el actual sistema de seguridad e inteligencia, las paredes escuchan todo lo que se planifica.

Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP. Su correo electrónico es jorgejoury@gmail.com.