Por Esteban Tancoff

Hace algunos meses escribí una nota llamada “La muerte de la esperanza”, no pensé que podría ser un concepto con tantas aristas como las que descubro hoy, al enterarme que una adolescente sueca de 15 años, representante de una generación sin esperanza, inició  una huelga escolar en solitario, frente al parlamento de Estocolmo y desde entonces ha inspirado dos huelgas globales por el  cambio climático, arrastrando a las calles del mundo occidental y seguramente al mundo entero, a cientos de miles de niños y adolescentes. Greta, éste  es su nombre, se ha constituido en una de las personas  mas influyentes del planeta, ella dice -“No quiero vuestra esperanza. No quiero que tengáis esperanza. Quiero que entréis en pánico, quiero que sintáis el miedo que siento todos los días, quiero que actuéis como si vuestra casa estuviera en llamas, porque lo está”.

  El 24 de mayo, unos 30 niños y adolescentes, la generación más reciente, fueron recibidos en Brasil por el asesor de la Secretaría de Medio Ambiente de Brasil, quien declaro en Folha de San Pablo:  pasar mensajes de desesperanza a los más jóvenes no es el mejor camino, ellos deben seguir estudiando para ocupar cargos públicos o empresariales en el futuro, pero lo que parece ignorar nuestro asesor, es que solo faltan 10 años para que la temperatura del planeta ascienda 1,5 centígrados , con consecuencias desastrosas y estos niños y adolescentes saben que no queda tiempo, que tienen que sacudir a estos hombres y mujeres atontados antes de que sea demasiado tarde.

   Sin embargo no podemos dejar de lado tampoco el aumento de otro índice, el de la pobreza en el mundo y no muy lejos de donde estoy escribiendo, vivimos en la paradoja donde niños y adolescentes se han convertido en adultos desesperanzados y los adultos en niños con esperanza, y así los vemos correr de una lista a otra, esperando la masita con chocolate.

       En tanto los niños y adolescentes se niegan a ser objetos de la esperanza y sin embargo tienen conciencia de que el tiempo se acaba, el horno se calienta demasiado y las masitas con chocolate se derriten-