El resultado de las PASO del 11 de agosto dejó un escenario distinto a lo que los marplatenses estaban acostumbrados las elecciones en la Provincia de buenos Aires. La pelea por los votos en el superpoblado conurbano ya parece haberse definido y, por lo tanto, las miradas se dirigen hacia otros paisajes.

La coalición kirchnerista-peronista –que incluye al massismo y a la totalidad de los intendentes y candidatos bonaerenses- se ha asegurado el triunfo en la primera vuelta, el próximo 27 de octubre, a menos que un milagro, que en política no suele acaecer, se le cruce en el camino. De tal manera, en las ocho semanas que restan hasta esos comicios, el esfuerzo de la coalición se pondrá en algunos municipios en los que aún el oficialismo presenta competencia.

Tal es el caso de La Plata, a cuya situación nos hemos referido en notas anteriores, y de otras localidades del interior de la Provincia. Entre ellas, la “madre de esas batallas” parece ser Mar del Plata. En la campaña hacia las PASO visitaron la populosa ciudad balnearia Alberto Fernández y Axel Kicillof y Cristina presentó su libro. Todo para apoyar a la candidata propia, la actual diputada nacional Fernanda Raverta, miembro activo de la Cámpora, poco conocida en el distrito, ya que no hace mucho que fijó allí domicilio.

Por otro lado, en la pelea está el ex secrecretario de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, ariete con el que la gobernadora Vidal intenta mantener su dominio en la ciudad.

Pero como los propios marplatenses lo definen, el escenario político es allí singular y presenta hoy una lucha que no es entre dos, sino entre tres. En esta batalla participa con armas propias y con un gran conocimiento y experiencia por su pasado de intendente en dos períodos Gustavo Pulti.

El ex intendente, con su partido vecinal Acción Marplatense, es el casi seguro receptor de una gran parte de los votos que del radicalismo local no irían a Montenegro. El concejal radical Mario Rodríguez acaba de declarar que no votará por el candidato de Cambiemos porque “hace cuatro años estaba enamorado de San Isidro”.

Si el vendaval que provoca la crisis económica y financiera no se detiene y abre paso a una meseta en el valor del dólar y de los precios, las candidaturas de Julio Garro en La Plata y de Guillermo Montenegro en Mar del Plata seguramente perderán fuerza y sus votantes del 11 de agosto buscarán otros horizontes.

Pisos y techos en la elección marplatense

Un estudio de opinión –una batería de focus groups- realizado en la semana del 19 al 23 de agosto por Elena Román, muestra aspectos interesantes  que, sin duda, ayudarán a definir los comicios marplatenses el 27 de octubre próximo.

El primer dato llamativo es que el 27% de los votos de la candidata kirchnerista sería prácticamente su techo. El corte de boleta efectuado por los votantes del Frente de Todos, en las PASO,  perjudicó fuertemente a Raverta. Entre un 12 y 14% de esos votos fueron casi directamente a Pulti. Los focus groups mostraron que esa tendencia es firme, no variaría en octubre.

Otro tanto ocurriría con Guillermo Montenegro. Los casi 15 puntos obtenidos por su contrincante en las PASO, la concejal radical Vilma Baragiola, buscarían casi en su totalidad otro canal, ya que no irían al candidato de Cambiemos. Esos votos “fluctuantes”, más los de los otros candidatos que serían perjudicados por el arrastre de la elección definitiva, encontrarían un destino cierto en el candidato de Acción Marplatense.

Por esa razón, el estudio en cuestión señala que, tanto para Raverta como para Montenegro, los votos obtenidos en agosto son “un techo”, mientras que el casi 18% de Pulti constituiría “un piso”. Entre las consideraciones del estudio que fundamentan este juicio se señala que “la polarización que las dos grandes fuerzas nacionales pretendían para octubre en Mar del Plata no se dará. Los ciudadanos encuentran definida esa elección y ven ahora el comicio local con otros ojos”.

Como sostienen en los bunkers de Montenegro y Raverta, el apoyo nacional y provincial a sus postulaciones será decisivo para torcer esa realidad que muestran los grupos focales. La pregunta del millón, para definir la “madre de la batalla bonaerense”, es: ¿Alcanzará el respaldo de quienes ya han sido virtualmente electos para perforar el techo electoral de agosto?¿O terminará triunfando la mirada local?