Según un informe publicado por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT) con datos de 2017, los trabajadores de entre 16 y 24 años sufren casi 50% más de accidentes laborales que los adultos.

 

El dato enciende varias luces de alerta: la mayor exposición de los jóvenes a condiciones precarias de trabajo, la falta de capacitación laboral y la deficiencia de las medidas de seguridad e higiene en las empresas.

La investigación de la SRT es la primera sobre la situación de los jóvenes en el sistema de riesgos del trabajo, que en el último tiempo cobró notoriedad luego de que el Gobierno comenzara su enfrentamiento contra “la mafia de los juicios laborales” e impulsara, a pedido del sector, una reforma en la Ley de ART con el objetivo de reducir la litigiosidad. Según el informe, la incidencia de los accidente laborales y las enfermedades profesionales en los varones jóvenes es 45% mayor que en los trabajadores de 25 años y más (70 y 48,2 por cada mil trabajadores, respectivamente). En las mujeres, la diferencia se reduce al 11%:22,1en las menores de 25 años y 19,9 en las adultas.

La mayor exposición de los varones a los riesgos laborales no es casual. La división sexual del trabajo marca como típicamente femeninas las actividades ligadas al cuidado y la reproducción, y típicamente masculinas las vinculadas a la producción (como la construcción, la minería y la industria manufacturera), que son las que concentran las mayores tasas de accidentabilidad.

Un punto aparte son los accidente in itinere, es decir, en el trayecto hacia el lugar de trabajo, que también son cubiertos por el sistema de ART. En 2017, las mujeres jóvenes tuvieron una incidencia 15% superior a la de las trabajadoras de 25 años y más (15,4 vs 13,4 por cada mil). Mientras que en los varones, la accidentabilidad in itinere fue dos veces mayor en los jóvenes que en los adultos (25,6 contra 12,6).

Numerosas investigaciones alrededor del mundo muestran a la juventud como un grupo de riesgo. Un artículo de la Organización Internacional del Trabajo ( OIT), por ejemplo, sostiene que la mayor accidentabilidad de los trabajadores jóvenes se explica por “tener más dificultades que los adultos para encontrar empleo, mayor informalidad y precarización; por la limitada experiencia laboral, cualificación y formación; por la inmadurez física y psicológica; por la deficiente respuesta de las empresas a estas circunstancias a través de la formación, la supervisión y las medidas de seguridad adecuadas, así como la asignación de los puestos de trabajo apropiados para los jóvenes; por el poco conocimiento de sus derechos y de los deberes de la empresa en el ámbito de la seguridad y la salud”.

Y agrega: “En algunas actividades, a las características peligrosas del trabajo, se suma la falta de formación laboral para un número de trabajadores poco calificados, estacionales o con alta rotación laboral”. En este sentido, el informe de la SRT muestra que la accidentabilidad en los jóvenes tiene una dinámica estacional con picos de cobertura en los meses de verano, en los que predominan los trabajos temporales.

Además, este año la OIT alertó que entre el 20% y el 25% de los accidentes laborales a nivel mundial está relacionado con el consumo de drogas y alcohol.
El punto más extremo de la accidentabilidad laboral, claro está, es la muerte. Un grupo de familiares y compañeros de víctimas prefiere hablar de asesinatos: “Si pudieron evitarse, no son accidentes”. El colectivo Basta de asesinatos laborales se formó en septiembre de 2016 y hace diez días publicó un informe con datos alarmantes: entre octubre de 2017 y septiembre de 2018 se produjeron 375 muertes laborales, es decir, una cada 20 horas de días hábiles.

Según este relevamiento, “la amplia mayoría de los trabajadores muertos eran jóvenes de entre 30 y 40 años, pero también se conocen casos de personas mucho más jóvenes que fueron enviadas por las jefaturas a realizar tareas muy peligrosas, sin la capacitación y los elementos necesarios”.

Aún no hay datos oficiales de 2018. Pero de acuerdo al último informe anual de la SRT, en 2017 fallecieron 743 trabajadores por accidentes laborales. El número representa una suba del 5% contra 2016 y se trata del primer incremento después de seis años.
En el estudio dedicado a la juventud, el organismo registró 35 muertes de menores de 25 años durante el año pasado, dos muertes de mujeres y 33 de varones.

Las trabajadoras jóvenes mostraron un índice de mortalidad tres veces mayor elevado al de las adultas (6,8 y 2,2 por cada millón, respectivamente). En cuanto a los varones, los jóvenes registraron niveles menores (57,3 contra 66,2).

Además, los y las jóvenes tienen un mayor riesgo de sufrir accidentes mortales in itinere en relación a los adultos. En las mujeres, 27,2 por cada millón contra 8,4 (más del triple); y en los varones, 79,9 contra 48,2(65,7% más).