El Observatorio de la Universidad Católica Argentina realizó una encuesta que revela una delicada situación del mercado de trabajo.

Según estos datos, en el 2018 el 49,3% de la población activa se encontró ocupada en el sector microinformal. El cuadro representa un alza de 1,4 puntos porcentuales en relación al año anterior que junto al incremento de 0,3 puntos en el sector público, se vio compensado por una caída de 1,7 puntos en el ámbito formal.

Los números son sumamente preocupantes dada la histórica vulnerabilidad que trae aparejada este tipo de empleo. El 81,7% informó tener un trabajo de baja calidad, el 75,9% afirmó no tener aportes en el sistema de seguridad social y el 51,3% no posee cobertura de salud.

Paralelamente, ofrecen una marcada inestabilidad, ya que el 30% estuvo desempleado durante el último año y el 45% se encuentra como subocupado, es decir, demanda más horas de trabajo.

Las condiciones psicosociales también son mucho más endebles. El 23% presentó malestar psicológico, en el 24,1% se observó un afrontamiento negativo ante los problemas y el 16,6% expresó sentirse nada o poco feliz.

Pero sin dudas la mayor desigualdad es reflejada en la brecha salarial. De acuerdo a este estudio, los salarios registrados promediaban los $24.985 para ese entonces, contra solamente $10.283 de los no registrados.

Al igual que demostró el Indec, las inequidades laborales tienen una fuerte correlación con el área geográfica. Mientras que los datos oficiales muestran que el desempleo en el conurbano fue un 70% superior al de la Ciudad de Buenos Aires, para la UCA los primeros tienen 1,8 veces más de probabilidades de tener un trabajo en negro que los segundos.

El impacto, no obstante, no se circunscribe a los sectores más vulnerables. La clase media fue duramente castigada según el informe del Observatorio de la Deuda Social que retrató un aumento del 13% al 17,3% en la cantidad de trabajadores con empleos informales que corresponden a este sector.