El Intendente Andrés Watson disfrutó el extraordinario concierto que brindaron la Orquesta Sinfónica Municipal en combinación con la Orquesta Escuela de La Carolina: un show con más de cien músicos en escena, quienes interpretaron un repertorio conformado por melodías clásicas, bandas sonoras de espectáculos o films más hits tanto del rock como del pop.

La actuación requirió ensayos exhaustivos para amalgamar las sonoridades de ambos ensambles. Además, nucleó a instrumentistas con diferentes niveles académicos: desde niños principiantes hasta jóvenes profesionales. Sin dudas, una experiencia nutritiva para todos. Los nóveles, consolidaron su formación; los expertos, afianzaron sus conocimientos y juntos deleitaron a la audiencia que colmó la Sociedad de Fomento radicada en el barrio.

“Las obras fueron seleccionadas para atravesar por diferentes momentos durante la presentación. Configuramos climas tensos, otros más cálidos y un final descontracturado mediante reversiones de canciones populares”, describió el prestigioso Director artístico Darío Domínguez Xodo.

La riqueza del programa no estuvo en las piezas musicales de irrefutable calidad escogidas para la ocasión, sino en la oportunidad destinada a los estudiantes: controlar el nerviosismo, no perder la concentración, aplicar con destreza cada movimiento y capitalizar la convivencia con colegas de trayectoria. Contundentes estímulos para desarrollar su vocación.

“Brindar este tipo de exhibiciones resultó emocionante por la interacción entre los chicos y la alucinante respuesta de la comunidad como respaldo a la propuesta. La función en su totalidad fue el resultado hilarante de un proceso conjunto donde inculcamos una idea: tocar con responsabilidad para emocionar al público”, detalló Adrián Ferrari, otro de los Directores participantes.

Paula llegó a Ingeniero Allan junto a su esposo y sus hijos hace más de una década. Sus dos hijos encontraron en las orquestas un ámbito donde potenciar su talento pero también un lugar de contención. Sebastián eligió la flauta traversa; Uriel, el violín. Comenzaron a estudiar cuando tenían nueve años.

“La música fue el factor que conectó a toda la familia para vibrar en la misma frecuencia. Inevitable disfrutar con orgullo cada una de sus galas, corolario del arduo trabajo colectivo e individual realizado”, narró la vecina quien además valoró el espíritu nómade de los conciertos por “iluminar con arte cada rincón de Florencio Varela”.