A las pocas horas del alza del dólar, diversos empresarios de la alimentación comenzaron a informar a cadenas de hipermercados, supermercados provinciales, autoservicios, almacenes y centros mayoristas que -en principio- el aceite, la harina y el arroz subirán el 5% en las próximas horas, ya que están "atados" a la cotización de la divisa estadounidense. Además, las versiones indican que los productos de limpieza e higiene personal aumentarían, como lo hacen siempre cuando el dólar sube.


La remarcación de bienes tan sensibles como el aceite, harina y arroz resulta un "mazazo" a las expectativas oficiales que esperan una baja de la inflación y consecuentemente, de los precios finales para el consumidor. En un escenario donde se espera una inflación menor en noviembre, desde una de las cadenas dijeron que "sigue la ola de aumentos". "Estamos claramente en el escenario de estanflación y no vemos una salida cercana", enfatizó la fuente consultada.
Otras fuentes del retail señalaron que las empresas apuestan todavía por mayor rentabilidad, a pesar de la baja en el consumo, un fenómeno que se observa muy especialmente en el mercado argentino. Luego del último trimestre del 2017 que tuvo un alza frente al año anterior por el cobro de incrementos en las paritarias, vino un período de caídas en el consumo. "El gran problema es que la inflación de la canasta básica está muy por arriba de la general", aportó una fuente privada.
"En los supermercados, la situación es terminal porque los proveedores nos matan con los aumentos. Incluso en más de una cadena se habla de cierre de locales y despidos", expresaron. Sobre el comportamiento del consumidor, se repite la variante de los meses previos ya que "la gente compra en cantidades reducidas, aunque venga varias veces en el mes. Además, sigue comprando marcas más baratas", señalaron. La disparada de la divisa estadounidense tiene y tendrá el inmediato reflejo en las góndolas, en parte por los componentes importados y también por las conductas especulativas que siempre aparecen en el empresariado, lo cual deriva en la licuación del poder adquisitivo.
La industria alimentaria registró una fuerte caída en las ventas internas especialmente de la mano de las economías regionales. Y además la utilización de la capacidad instalada está por debajo del 60%, es decir cinco puntos porcentuales menos que lo que se había registrado en el promedio del 2017.