Los bancos son los grandes beneficiarios de la timba financiera en que se ha embarcado el Gobierno. El Banco Central les paga más de 2120 millones de pesos por intereses de las Letras de Liquidez (Leliq) todos los días. En lo que va del año, sumó la friolera de 249.957,8 millones de pesos.

Así, los bancos (que son los únicos que pueden comprar las Leliq) obtienen ganancias por encima de cualquier otra actividad económica (ver aparte). Y esto a pesar de que una parte de esos 2200 millones diarios los distribuyen entre los ahorristas que hacen plazos fijos en las entidades.

Si esa masa de dinero no se siente en la economía es porque queda contenida por fuera del circuito de la actividad. Es dinero que no va a la calle. Pero si sí lo hiciera, sus consecuencias serían catastróficas: generarían hiperinflación o llevarían el valor del dólar por las nubes.

En rigor, los intereses que paga el BCRA por las Leliq son la consecuencia de una política monetaria que es como la cuadratura del círculo: desde hace muchos años que en la economía argentina hay más pesos de los necesarios para su funcionamiento.

Es decir, la moneda existente se merece una economía mucho mayor. Pero la política económica achica la economía en lugar de ampliarla.

Y mientras reduce el tamaño de la economía, la política monetaria del gobierno genera más moneda que no tiene destino. Por eso, el Banco Central genera mecanismos para que ese dinero no se vuelque sobre la economía.

El problema es que esos mecanismos de retención de dinero generado por las Leliq –que podría ser calificado de "artificial"– es cada vez más oneroso y complejo de sostener.

Al jueves último, el stock de Leliq emitidas por el Banco Central y en poder de los bancos ascendía a 1,124 billones (millones de millones). La cifra se acerca mucho al máximo que alcanzó el stock de las tristemente célebres Lebac (Letras del Banco Central), que entre febrero y abril de 2018 se acercó a 1,3 billones aunque nunca alcanzó ese nivel. La diferencia quizá estriba en la rapidez del crecimiento de las Leliq: mientras que para llegar a ese nivel de Lebac a las autoridades monetarias les insumió 16 años –en una política que desarrollaron los sucesivos gobiernos desde 2002–, en el caso de las Leliq apenas pasaron ocho meses.

Sergio Chouza, economista e investigador de la Universidad de Avellaneda, observó: "La espiralización del stock de Leliq enciende luces de alarma".

Y en este caso no se puede hablar de la herencia recibida. Al momento de la eliminación de las Lebac, las existencias de Leliq giraban en torno de los 700 mil millones de pesos de valor. El dato importa porque una parte del dinero invertido en Lebac se pasó a las Leliq; otra parte se fugó hacia el dólar con la anuencia del Fondo Monetario. El crecimiento del stock de Leliq en casi un 60% desde entonces es obra exclusiva de la política monetaria del gobierno que ejecuta en dupla con el Banco Central.